martes, 11 de enero de 2011

Número 5: Dolores Redondo Meira

UNA RATA EN MI COCINA
Es sabido que existen numerosos tipos de bestias que caminan entre nosotros. Tenemos al lobo con piel de cordero, al depredador sexual, al tiburón de las finanzas, a la zorra sin corazón, al cerdo acosador y a las bestias sanguinarias, por nombrar algunos, y con excepción hecha de los sanguinarios capaces de arrebatar la vida de otros sin despeinarse y de los que se ceban con niños, no hay entre toda esa fauna, bestezuela que me repugne más que la rata traidora y desleal. Con su pelaje gris, su sonrisa taimada y sus dientecillos afilados, se agazapa en un rincón disfrazada de gentileza, cortesía y buenas maneras esperando el momento oportuno para morderte los tobillos y transmitirte su peste bubónica.
Cual no será mi sorpresa, mi desazón y confusión cuando descubro que igual que en la canción de UB40 se me ha colado una rata en la cocina (Rat in mi kitchen)
Al principio no doy crédito porque practico la lealtad como modus operandi y cuando la rata sale de su disfraz de media voz, nunca una palabra más alta que otra, unos ideales moderados que jamás entraran en conflicto con la opinión de otro, sus ofrecimientos serviciales, sus ponencias comedidas, su palabra susurrante que jamás se eleva una octava .Simplemente no me lo creo, y cuando la incredulidad va dando paso a esa realidad asquerosa que supone descubrir que quien creías amigo te está traicionando, monto en cólera. Ya sé que el uso es retorico, pero es la realidad. Me siento desbocada por el miedo, el desequilibrio que supone descubrirse caminando al borde de un abismo al despertar bruscamente de un sueño sonanbulo.La confusión de descubrir a la rata me confunde enormemente, y aunque chillo , gesticulo y pataleo, el sentimiento de hermandad, de cariño sincero y confianza que hasta aquel momento le había profesado a la rata, me impiden delatarla.
Según pasan los minutos voy descubriendo el entramado de mentiras que la rata a urdido a mis pies y la indignación ,creo yo que normal, que siento me llevan a perder los nervios y a cometer un error mas .Me enfrento a la rata y le conmino a decir la verdad. Pobre de mí .Me niega con su vocecilla queda y con sus ademanes comedidos de curita de provincias, mientras yo no soy capaz ni de defenderme.
Pero hoy he sacado la escoba, que es el arma perfecta contra las ratas y me siento orgullosa de decir que ya le he sacado de mi cocina. Me costó un rato armarme de valor y sobre todo terminar de de creerme que alguien fuera tan ruin.
Darle a la rata una charla sobre las bondades de la lealtad es perder el tiempo, porque La traición la emplean únicamente aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura. La lealtad tiene que ver con la existencia de sentimientos de pura fe, amistad y confianza hacia otro, puede ser una persona o un animal, Que también entre la fauna, y para hacer justicia, encontramos los mejores ejemplos de honor y amistad. La lealtad también puede sentirse hacia entes abstractos tales como una nación, una institución o una ideología y en todos estos casos se hace visible a través de la defensa de los ideales y conceptos que representan. La lealtad es, además, considerada una de las virtudes más sinceras y honorables que el ser humano puede sentir. Uno de los elementos más importantes a nivel social hoy en día ya que es a través suyo que el ser humano puede confiar en otro. Esta confianza y lealtad constituyen el mayor valor de una persona que actúa sincera y honradamente, con respeto y reconocimiento de sus principios morales y de sus compromisos, y que no engaña ni traiciona anteponiendo su honor en un compromiso ineludible de defender lo que cree y en quien cree. En los buenos y en los malos momentos. El honor tiene que ver con una cualidad moral que nos recuerda el deber con nuestro prójimo y con nosotros mismos, está estrechamente ligado a la dignidad de la persona y al inmenso goce de saber que cuando las cosas se ponen difíciles uno puede llegar a hacer lo que sea ,que ante los muchos dolores e indignidades que pueblan el mundo ,uno puede llegar incluso a mentir para salvar la vida ,pero cuando estamos solos, cuando por la noche apagamos la luz y nos quedamos a solas con nuestra alma ,nuestra conciencia ,no podemos mentirnos a nosotros mismos.¿Que milongas se auto cuentan las ratas para poder dormir?
Antaño el Honor era algo tan precioso para diversas culturas que cualquier hombre o mujer ansiaba poseerlo empeñando su esfuerzo diario en conseguirlo. Entre los guerreros samurái primaba una estricta norma que regía su modo de vida llamado “Bushido” (El camino del Guerrero), o a los Caballeros Cruzados que cultivaban ciertas virtudes haciendo del honor y la defensa del débil su modo de vida, y muchas mujeres dedicaron su vida al trabajo y entrega a los demás y a la perfección de sus almas en diversas órdenes religiosas de todas las culturas y credos.
Entre los samurái, las religiosas, así como los caballeros cruzados se practicaban valores como la lealtad, la generosidad, la justicia, el sentido de la vergüenza, el pudor, los modales refinados, la santa pureza, la modestia, la frugalidad, la templanza, la obediencia, la caridad y el Honor.
En esta época estamos perdiendo esa capacidad de exigirnos a nosotros mismos lo que sabemos que es lo correcto por encima de lo que dicten modas o ambientes frívolos, conveniencias económicas o políticas .Estamos dilapidando nuestro Honor, Es innegable que el ambiente actual arrastra y nos lleva a una decadencia como seres humanos que sin embargo no podemos presentar como descargo de nuestra responsabilidad hacia nosotros mismos.
Al final no me costó tanto sacarla de mi cocina, huyó en cuanto vio la escoba y no creo que vuelva por aquí. Después de todo, solo era una rata.

Los temores, las sospechas, la frialdad, la reserva, el odio, la traición, se esconden frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido de la cortesía.
Jean Jacques Rousseau
La reputación es lo que los demás saben de ti. El honor es lo que tú sabes de ti mismo.
Aral Vorkosigan

Dolores Redondo Meira.
www.doloresredondomeira.com
Rememorando un idilio que no fue
Cortesía

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