Echémosle cabeza a la vaina
Los Mercenarios, el 12 de octubre y las masas de Gasset Ricardo Jaimes
Se celebró hace unos días el mal llamado “Día de la Raza”, fecha en que los delincuentes españoles llegaron con su rostro benigno, pidiendo como pordioseros y comportándose como reyes. Seres engominados, con sus pelucas infestadas de piojos y con olor a gallina mojada – como diría un personaje de la serie norteamericana Raíces – destruyendo toda una cosmogonía que tenia por la medida corta 12500 años de existencia. Cuantos descubrimientos, evoluciones, progresos y técnicas no existían en todo ese tiempo. Los españoles llegaron y de un zarpazo cercenaron el cuello de la historia y convirtieron esto, en un “arroz con mango” donde se constituyo una raza que caracteriza lo que somos hoy en día. Yo no me puedo imaginar siquiera como consiguieron los españoles en unas pocas décadas disminuir la comunidad indígena de 9000 millones como dicen unos o 900 millones como dicen otros, a algunos miles. Los ríos, limpios por el cuidado y amor a la naturaleza que tenían los originarios, se convirtieron en un rio sangriento de sus propias raíces. Se adueñaron porque ellos así lo quisieron del “nuevo mundo” leyéndole edictos que ellos no entendían, mostrándoles una cruz que no sabían que era, y evangelizando a las bestias sin raciocinio que acababan de encontrarse y los mataron peor que librarse de un animal moribundo.
Lo triste del asunto es que vi en una red social a un usuario que coloco “Feliz día de la raza para todos mis amigos” en un principio lo culpe y replique a su comentario con una alta dosis de “verdad” pero luego cuando me calme, me puse a pensar y caí en cuenta de que no era su culpa. Las escuelas nos enseñaron que el idioma castellano se lo debemos a los españoles y que cuando Cristóbal Colon pisó América, los originarios, estaban frente al barco con los brazos abiertos gritando “nos descubrieron, nos descubrieron” es decir jamás existió tal masacre para la ontológica conquista española y la época colonial salió de la nada.
De algo si estoy completamente seguro y es de que Colon no sabía lo que varios siglos más tarde ocurriría en España. José Ortega y Gasset si lo sabía y lo reflejo en un ensayo muy profético llamado “El imperio de las masas” donde habla de forma muy puntual de la intervención de las masas en la sociedad. Profetizando lo que décadas después ocurrió, las masas, aquellas ignorantes a mucha información que era privilegiada de unos pocos, la muerte de las revoluciones, la migración de personas donde el trafico se hace cada vez mas insoportable. Eso ocurre con el Metro de Caracas, una sociedad irresponsable que no cumple las normas del metro, una mala administración y un pésimo mantenimiento junto con lo que Gasset comenta de las masas que cada día llenan mas el planeta hacen del servicio subterráneo un dolor de cabeza. Gasset, considera a la masa individualista, llena de personas que persiguen sus propios intereses. Violenta porque todos creen tener la razón y hambrienta de saber porque desde principios de siglo XX ha buscado documentarse y estar informada. Pero estas masas se multiplican día a día, que si hoy en día viviera el autor, de seguro estaría loco por la cantidad de seres humanos que poblamos el planeta, algo mucho mayor a la cantidad que había, cuando a principio del siglo pasado escribió este ensayo.
Con todo este sobe poblamiento y evolución de las masas han venido revoluciones, dictaduras, guerras de la llamada izquierda que se defiende de la derecha, muertes, derrocamientos y hasta absurdos, como el veto a películas fatuas como Los Mercenarios, un film estadounidense, donde Silvester Stallone protagoniza y encabeza una organización terrorista teniendo como integrantes a Jet Li, el protagonista de la película “El trasportador” Stathan o algo así y Doln Lungren que son contratados nada más y nada menos que por Bruce Willis que es un agente de la CIA, su misión es llegar a una isla latinoamericana, donde un dictador mata la gente a mansalva, y unos soldados vestidos de militares y boinas rojas defienden la integridad del gobierno. Venezuela vetó de cierta manera esta cinta, y en parte apoyo la idea, porque donde hasta Arnold Schwarzenegger hizo una escena, y todo lo que la masa considera los actores de películas rudas donde matan con una 9 milímetros y cuatro patadas a cien asesinos, vinieran a Latinoamérica a matar a un dictador que tiene soldados de boinas rojas pues es, como mucha coincidencia. Pero no es de preocuparse que una simple película sea una amenaza para este país. Solo es comercio, un tema latente lo explotan con un film de este tipo, que lamentablemente tiene unos baches y esta tan mal hecha que no vale ni la pena pagar una entrada a cine para verla. Falsa como toda película estadounidense de acción, muchas balas, muchas patadas, mucha oscuridad en las escenas, partes de amor para condimentar la cosa, humor patético. Vacios ambientales en otros. Un país que por ser latinoamericano lo toman por vacio, donde lo que hay es miseria y calles de tierra, con ventiladores de los años 50 y gente vendiendo verdura en plena calle que es atacada por el ejercito de boinas rojas sin razón alguna. Dos hombres llegan, matan una cuadrilla entera del ejército con un cuchillo, atraviesan la ciudad y huyen en el avión y todos se quedan como estúpidos mirando como huyen. No existen aviones, no existen radares, más que un país, reflejan un pueblo donde un comisario es el dictador del lugar. Mas que temor por una amenaza, da es lastima ver como somos reflejados los latinoamericanos por los estadounidenses. La imagen que deben llevarse quienes no conocen nuestro hermoso continente, quizás creen esto es monte y culebra. Pero esto no es culpa nuestra, es culpa de las masas, culpa de la sociedad, culpa de la televisión que tiene una forma particular de educar. Culpa de la vaca como dice aquel libro de autoayuda, culpa de Colon no es porque él ni se imaginaba todo este rollo. Entonces por esto, vamos a desear en estos últimos días del mes de octubre un feliz día de la raza.
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